La crítica va en auto, nosotros en bondi

La Crítica va en auto, nosotros en bondi

En tiempos de gobiernos liberales (o neoliberales), resulta difícil encuadrar prácticas militantes que no resulten incómodas o que generen rechazo en gran parte del pueblo al cual pretendemos defender o en última instancia, representar. Nos convencemos mutuamente de que la salida es reforzar el compromiso, interpelar a los vecinos que no comparten nuestras ideas utilizando métodos poco persuasivos que al final de cuentas, sólo conllevan victorias morales delas cuales nos apropiamos para poder descansar y sentir que cambiamos algo de esta realidad tan adversa.

Durante los gobiernos populares de Néstor y Cristina hemos sido capaces de reivindicar verdaderas deudas históricas y reformar el estado, reactivar la economía y empoderar sujetos sociales que antes, solo podían chupar la fruta sin poder morderla. Como contrapartida, hemos creado  una gran serie de "problemas de la política" y nos pasamos años intentando resolverlos, mientras que nos olvidábamos de los verdaderos problemas de la "gente de a pie", que en definitiva siempre es la que hace la diferencia a la hora de contar los porotos.

La foto, los codazos, la rosca y la vanidad pseudodesclasada, nos costó parte del revés recibido en 2015 y 2017. Pero es entendible que en tiempos de paz, buenas son las máximas. Como los borrachos, que solo dicen cosas románticas cuando estan bajo los efectos del alcohol.

La tarea de actualización va a depender de la empatía que logremos establecer con nuestros propios errores, nada más ni nada menos que aprender a implementar nuevos dispositivos sensibles  que acerquen y rompan barreras ficticias que el liberalismo ha puesto con su maquinaria corporativa.

El debate es: Política de masas o cuerpo a cuerpo? Por dónde arrancamos? qué hacemos con los trapos, las orgas, los referentes del kiosquito y los tachos de pintura? Todo sirve, queridos compañeros, pero sólo el que contribuye al futuro, tiene derecho a criticar el pasado.